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ESTUDIO DE CASO

Como diseñadora de packaging, constantemente me pregunto cómo impacta mi trabajo en el planeta. Al investigar sobre materiales sostenibles, descubrí que muchas soluciones consideradas “verdes” no lo son tanto en la práctica. Los empaques compostables son complicados de producir, los biodegradables requieren procesos industriales que pocos países tienen, y los empaques de papel suelen incluir recubrimientos plásticos que los vuelven imposibles de reciclar. Incluso el vidrio, aunque noble, no siempre es opción: hay productos que no pueden exponerse a la luz. Entonces, ¿cómo crear empaques hermosos y responsables, sin contribuir al problema? Mi respuesta es cuestionar la cultura de lo desechable. ¿Por qué todo debe terminar en la basura? Este proyecto parte de una idea simple pero poderosa: diseñar un empaque tan atractivo y funcional, que las personas quieran conservarlo y darle una segunda vida mucho después de consumir su contenido. Para lograrlo, trabajé con una paleta de colores limitada, permitiendo que el material de la lata funcione como fondo plateado y utilizando un máximo de tres tintas. Así, reducimos recursos sin sacrificar personalidad. El resultado: un objeto que trasciende su función inicial y se queda, porque cuando algo es bonito y útil, nadie quiere tirarlo.

CRÉDITOS
DISEÑO GRÁFICO: MARIELA MEZQUITA
CO HOST: SHAUNA LINN
NAMING: ADOBE LIVE AUDIENCE
ANIMACIÓN: LESLIE PIÑÓN 
FOTOGRAFÍA: JOCELYN MORALES, REUBEN TEO & DAISY S VIA UNSPLASH
MOCKUPS: GRAPHIC PEAR
CLIENTE: ADOBE CREATIVE CLOUD
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